DEL DÍA EN QUE NOS HICIMOS A LA MAR (y aún así, volvimos)

Relatos de viajes de Natur@licante

www.naturalicante.com Marzo de 2005

Crónica de un viaje anunciado

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DEL DÍA EN QUE NOS HICIMOS A LA MAR (y aún así, volvimos)

 

l temporal incesante, del que no se recordaba otro igual desde 1952, nos impidió zarpar el día que habíamos previsto en un principio, el 26 de Febrero así que nos tuvimos que desesperar hasta el sábado siguiente, día 5 de Marzo de 2005 para cumplir nuestra alocada idea de alquilar un barco para ver aves marinas.

Los sufridos “ornitonautas” estaban convocados en el puerto de La Vila Joiosa por el promotor de semejante desaguisado, José Santamaría Santa, que por fechorías similares (y, aunque parezca imposible, aún peores) está condenado a trabajos forzados en la Isla de Benidorm. La convocatoria llegó en forma de visitas a la web de Natur@licante, correos electrónicos, llamadas telefónicas y, cómo no, mediante el “pásalo”. En vista del estado del tiempo del día anterior a la salida, con nevadas en el interior de la provincia y frío y lluvia en el resto, se remitió un último correo electrónico confirmando la salida para el sábado. Las líneas telefónicas también sirvieron para tranquilizar a aquellos pajareros que en el uso de sus neuronas, dudaban de la salida a la procelosa mar.


Foto: © Raúl González.

Así, ya en la mañana del sábado, el pasaje, buenas gentes que confiaron en los organizadores, subió a bordo con la esperanza de observar muchas especies. Para ello se compraron más de 20 Kg. de pescado para echarlos al mar (Pez: mar eres y al mar volverás) y atraer a las aves. Para atraer a los participantes también se compraron diversas viandas y bebidas que fueron deglutidas y libadas una vez llegados al ecuador (del viaje, no el geográfico), es decir, a la altura de Punta Bombarda.

Se recordó a todos los que embarcaban, la prohibición de hacer fuego, promover motines, taladrar el casco del barco y ligar con las sirenas ya que, como se suele decir, hay gente pá tó.

Igualmente se volvió a indicar que el precio del viaje era de 12 €, de los cuales 10 eran para el billete del barco y los otros para la compra de la comida de los pájaros (tanto los de pluma como los de pelo).

Las gaviotas nos siguen (bueno, realmente siguen a la comida que les echamos).

Foto: © Elías Gomis .

Ya en el puerto, mientras unos se acomodaban en el barco y otros aún subían a bordo, se anotan varias especies, entre ellas el único Charrán Patinegro de la jornada que se dedicaba a buscarse la vida en el puerto. También Gaviota Reidora, de Audouin y, cómo no, patiamarilla.

Una vez el “Super Delfín Blanco” (que así se llamaba el barco, qué le vamos a hacer) salió por la bocana del puerto vilero, a eso de las 10:30, la embarcación se encaminó a la ruta que se diseñó, con una mar en estado bastante aceptable que aún así provocó algunos casos leves de cinetosis, palabra finolis que significa marearse, echar las potas, tirar más comida a las gaviotas, etc.

Aparecen los Págalos

Al comienzo resultó fácil contar las aves presentes: cero.


Foto: © Elías Gomis .

Alguno de los participantes al ser preguntado por lo que le estaba pareciendo el viaje, respondió que “Báshicamente, es una pérdida de chiempo” (por el acento lo reconoceréis) aunque pocos minutos después y tras la aparición estelar de sendos Págalos Grande y Parásito, reconocía que la impresión anterior no era cierta. Tampoco ha perdido el tiempo Santa, ya que ha sido el primer practicante de una nueva modalidad olímpica que se presentará a la candidatura de La Vila Joiosa para los Juegos de 2013: el lanzamiento de peces desde elemento flotante. Mediante esta práctica deportivo-ornitológica, las aves se convirtieron en una “cola” de la embarcación durante la mayor parte del trayecto. En cuanto una gaviota vio que Santa estaba practicando, se lanzó en picado tras las caballas lo que supuso que todas las demás de la zona hicieran lo mismo. Aquí comprobamos que cuando se lanzaban peces grande, sólo comían las patiamarillas. Al trocear los peces, otras aves de menor tamaño pudieron participar del alimento.

Alcatraz Atlántico y Gaviota de Audouin
Foto: © Luis Fidel.

Las cercanas presencias de algunos ejemplares de Pardela Balear y de Alcatraz Atlántico sumieron en un estado de histerismo a los fotógrafos de a bordo que, inmediatamente, hicieron algunos centenares de fotografías que al final de la jornada podrían ser algunos millares.

Rebasamos una piscifactoría y nos internamos un poco en la mar. La costa ofrece unos mínimos espacios conservados y amplias extensiones de una muralla de hormigón y vidrio. Al fondo, vemos Aitana, Serrella, Bèrnia y otras sierras con la nieve caída el día anterior.

Superamos la Isla de Benidorm, donde levanta el vuelo un grupo de Cormoranes Grandes aunque no podemos ver a la pareja de Halcones peregrinos que habitan allí. Eso sí, decenas de patiamarillas nos vigilan pendientes de lo espléndidos que estemos con el lanzamiento de pescado. Ya bajo las Peñas de Arabí seguimos escoltados por las aves, principalmente patiamarillas y reidoras, aunque las Pardelas baleares se acercaban con precaución, debido a la elevada concentración de prismáticos y cámaras que presentaba el barco y que no debía ser nada tranquilizador los ejemplares de esta especie en peligro crítico de extinción.

Gaviota patiamarilla

Foto: © Víctor Olabarría.

Los Alcatraces siguieron volando sobre el barco, lo que hacía que los participantes siguieran sus movimientos de forma inquietante, girando las cabezas como la niña de El Exorcista. Llegados al este del Faro de El Albir, sobre la Punta Bombarda, vemos una nueva imagen de la costa, con Altea y Bèrnia y cerrada por el Morro de Toix y, al fondo, la carismática forma del Peñón de Ifac.

Como hemos dicho, aprovechamos aquí para cebarnos con las viandas y libar algunos refrescos y cervezas, mientras que el patrón decidía que era el lugar para dar la vuelta y regresar (donde hay patrón no manda ornitólogo) a La Vila. Así que giro en otra piscifactoría, que parecen ser las rotondas del mar, y regreso al punto de partida. Nuevas vistas de las Peñas de Arabí y de la Isla Mitjana. En la proa, la Isla de Benidorm sigue sobrevolada por decenas de patiamarillas que esperan que sigamos echando comida al agua, cosa que ya no hacemos, a excepción de algún que otro chusco de pan sobrante de nuestra alimentación y que es rápidamente atrapado por alguna patiamarilla dispuesta a no dejar nada para sus congéneres y menos aún para otras aves marinas.

Sobre las 13 h. entramos de nuevo en el puerto de La Vila, donde desembarcamos saltando de la proa sobre un noray. Se cuenta que algunos se arrodillaron y besaron el suelo, como hace el Papa, agradecidos por estar sobre algo que no se moviera. No hay constancia gráfica.

 

Vista de Aitana nevada y el Puig Campana
Foto: © Raúl González .

 

Una foto de familia, con todos los participantes, perpetuó la imagen de los que disfrutaron de esta primera edición del viaje para ver aves marinas que, a buen seguro, pensaremos para años venideros.

Y habrá quien se apunte e, incluso, repita

Gaviota patiamarilla
Foto: © Víctor Olabarría.

 


Foto: © Elías Gomis .



Redactado: Marzo 2004.
Autor : Elías Gomis
Fotografías : Luis Fidel, Victor Olabarría, Elías Gomis y Raúl González


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