Faloropo picofino en las Salinas de Calpe
Los ornitólogos somos bichos raros. Y si no sabéis muy bien de qué va esta afirmación, os recomiendo ver la divertida película “The Big Year” (buscadla en vuestra página habitual) y veréis lo que puede llegar a hacer alguien por ver un pajarillo.
Ayer, Willy, un ornitólogo afincado en Calpe, nos dio el “cante” de que había un Falaropo picofino en las salinas de esa localidad. Toni se encargó de avisar por el Facebook.
¿Qué qué es un Falaropo picofino? Te lo cuento y puede que eso ayude a comprender que varios amigos (y yo mismo) acudiéramos al saladar calpino a buscar y, con suerte, observar a esa ave.
El Falaropo picofino, Phalaropus lobatus para la comunidad científica y Escuraflascons de bec fi para los catalano parlantes, es un ave limícola con una serie de características que la hacen distinta de la otras. De ellas hablamos en un momento. Primero veamos qué hace tan especial al hecho de que apareciera por Calpe.
El Falaropo picofino anida en regiones árticas de Europa (Rusia, Escandinavia, Islandia, Groenlandia, puntualmente en el norte de Reino Unido), Asia y Norteamérica. Allí hacen un pequeño nido aprovechando cualquier hueco en el suelo y ponen casi siempre 4 huevos que eclosionan a los 18-20 días. En cuanto nacen, los polluelos dejan el nido para seguir a sus padres en busca de alimento.
Fuera de la época reproductora emigran hacia el sur, llegando a las aguas del Atlántico Sur (costas de Sudamérica) y regiones del Océano Índico. Aquí, con la migración, viene lo gordo. Si nacen en el Ártico, ¿qué hacen en Calpe?
De la población del Atlántico Norte y Ártico europeo no se sabe con certeza cuáles son movimientos. Hay datos de ejemplares marcados con geolocalizadores en Escocia. Uno de ellos dejó las Islas Shteland el 1 de agosto de 2012 y cruzó el Océano Atlántico hasta el Mar de Labrador en el este de Canadá en 6 días, luego se trasladó hacia el sur hasta llegar a la península de Florida durante septiembre, cruzó el Golfo de México en el Océano Pacífico y llegó a un área entre las Islas Galápagos y la costa de América del Sur a mediados de octubre, donde permaneció hasta finales de abril, volviendo por un camino similar hasta que la batería falló cuando el ave estaba cruzando el Océano Atlántico. La migración total de 22.000 kilómetros es aproximadamente 60% más larga que la ruta asumida previamente a la parte occidental del Mar de Arabia, y esta primera evidencia de la migración de un ave de cría Europea hasta el Océano Pacífico también ayuda a indicar la posible ruta migratoria de los grandes movimientos de otoño de Falaropos picofinos por la costa este de América del Norte (1).
Ya con eso es suficiente como para justificar ir a verlo ¿no?
Pues hay más.
A pesar de ser una limícola, esta especie suele estar nadando en vez de correteando por las orillas. La hembra es algo más grande que el macho y luce unos colores más llamativos durante el verano que los machos (al revés que la gran mayoría de las especies de aves). La longitud es de 18-19 cm, la envergadura alar de unos 34 cm. Su peso es de solo poco más de 40 g. Ese cuerpecillo se mete esa paliza de kilómetros luchando contra los depredadores, mal tiempo, fatigas… y seres humanos que les disparan, destruyen sus lugares de descanso, contaminan sus aguas y… ¿lo dejo? ¿no?
Para nosotros es una afición lo de ir a ver aves. Y si son especies cómo esta, más. Yo solo la he visto en otra ocasión, en el año 2001 en la Laguna de la Mata, gracias al “chivatazo” de Jacobo y otros amigos.
Ha sido difícil fotografiarlo porque no paraba de moverse, cambiando de dirección continuamente.
Ir a las Salinas de Calpe, estaba “chupado”. El ave seguía allí y aquí la tenéis, fotografiada con disgiscoping (telescopio+cámara) y con la cámara, a una gran distancia porque el picofino no ha querido alejarse del centro de la salina.
Una nueva especie para este humedal, de gran (y desconocida) importancia en la migración de las aves.
(1) Malcolm Smith, Mark Bolton, David J. Okill, Ron W. Summers, Pete Ellis, Felix Liechti and Jeremy D. Wilson en Ibis Vol. 156.